Este verano he recibido una visita (hace una semana y doy gracias a Dios, ha sido la salvación de este verano) de una de las amistades que hice en mi Erasmus. Hacía ya unos cuantos meses que no hablaba en francés, pero ese iba a ser el idioma que hablaría durante una semana (con sumo gusto, la verdad).
Los primeros momentos de habla son una comprobación del estado al que ha llevado el desuso del idioma; ¿Era así? Uy, no, ¿así? Ajá, muy bien, ya te has acordado.
Luego está el clímax, a veces acompañado de piropos a uno mismo; Ois, qué bien hablo, si es que así da gusto.
Y muchas veces, cuando llevas 10 horas hablando y es de madrugada, pues puede pasar y suele pasarme que me cuesta pronunciar correctamente, ya por vagueza; Uff, así no era. Auch, así tampoco… bah, paso, seguro que me ha entendido (xD).
Otro de los «contratiempos» de hablar otro idioma estando en casa es no la mezcla de un idioma con otro, sino usar uno con alguien que no lo habla aún sabiéndolo, empezando con un idioma común, luego con el no común y rematando con tu idioma que no entiende el tu amigo extranjero; Hi, this is my friend ----, he speak ----.(comienzo bueno) Il s’appelle ---, et il es mon ami…. (ahora tu compatriota no pilla nada). Pues él estudia ----(ahora tu amigo extrajero no pilla nada).
O los actos reflejos, cuando la visita ya se ha ido, de responder a las llamadas verbales en otro idioma (me pasa mucho; Quoi?, Pardon!...)
Vamos, un cacao mental. Hay que entrenar más el tema de cambio de idioma jeje
Como hecho de importante repercusión personal he de decir que he practica una modalidad de interpretación, que es la que practicaré durante todo este último curso de TeI, la interpretación simultánea inversa (español à francés), o algo parecido, «susurrada» al oído. Tuvo lugar durante una visita guiada por el ayuntamiento viejo de la ciudad, con una temática predominante de política y arte modernista. Me sorprendió lo fácil que me resultó, en parte gracias a la guía, que hablaba a una velocidad adecuada para interpretar, y porque salvo un par de palabritas endemoniadas que se repetían continuamente y no sabía o no me venían a la cabeza en el momento (como blason y conseiller) conocía toda la terminología.
Una experiencia agradable ésta.
Por último y a modo de curiosidad y marca de diferencia cultural:
- He tenido que enseñar a alguien a pasear, a andar despacio. Se ve que por el norte de Europa no es algo habitual (supongo que obviamente por el clima).
- Sorprende que por las noches, ya a media noche, las calles estén llenas de gente andando, tomando un helado...
- Me lo he pasado genial haciendo probar comida española, explicando cosas culturales, y haciendo de guía por mi ciudad y alrededores :D
Jeje, la versatilidad idiomática es difícil de lograr. A menudo me pasa en recepción, que atiendo un holandés en inglés y luego me aparece un francés. Cuando cambio de idioma, a veces hago una pausa muy descarada: le pido que espere, voy a guardar unos papeles, bebo agua o consulto algo en el ordenador como si estuviera haciéndolo porque me lo pidió el holandés (total, el francés tampoco entiende el inglés).
ResponderEliminarUna vez logré hacer 4 clientes consecutivos de 4 idiomas distintos: francés, inglés, italiano y catalán. La última obviamente se quedó de cuadros, porque me hicieron preguntas de mal responder y no me atasqué en ningún momento. Si te digo la verdad, durante el propio Erasmus lo estuve haciendo bastante eso. Quizás demasiado